jueves, octubre 05, 2006

¡QUE SUSTO!

El primer reto para quien quiere ser creativo es vencer el miedo. Y el miedo ha sido instalado en nosotros desde que somos infantes. Los estudios de niveles de creatividad muestran que somos altamente creativos hasta quinto de primaria aproximadamente. Al iniciar sexto, la mayoría de nosotros ha perdido ya las habilidades creativas. Respondemos como se espera que respondamos. La programación a base de refuerzos (premios) y castigos ha logrado su objetivo de alinearnos dentro del prototipo del niño “adaptado”. En adelante seremos el orgullo de padres y maestros, niños ideales. Niños “modelo”. En adelante, la creatividad será premiada siempre y cuando no se salga mucho de lo normal y se parezca a la creatividad que ya se ha visto por ahí. ¿Y por qué cambiamos? ¿Por qué escondemos la creatividad? En gran parte por miedo. Los niños que tienen ideas raras son difícilmente recibidos en el grupo. La sociedad está diseñada de tal manera que se castiga a quienes son diferentes. Nuestras madres entonces, en su infinita sabiduría e inagotable amor maternal, se preocupan por evitar que parezcamos bichos raros, nos guían para que no nos metamos en problemas, nos bombardean con “mijo, no busque lo que no se la ha perdido”. Ellas lo hacen con buena intención. Justamente por que conocen lo cruel que puede ser el medio y quieren evitarnos pasar malos ratos. Es mejor pasar de agache.Por otro lado, quienes tienen o creen tener autoridad sobre nosotros (profesores, padres, hermanos mayores, tíos proactivos, vecinas desocupadas, el cura de la familia, el amigo de toda la vida del papá, hasta el que llama por número equivocado...), tienen miedo de perder su posición y sus beneficios, si se cambian las condiciones, si las nuevas generaciones vienen con sus ideas nuevas a poner todo al revés. Por esta razón, es natural que hagan todo su esfuerzo de marketing para mantener las condiciones vigentes, para mantener las cosas como están, para conservar su pedazo de poder. Y así va el resto de la vida... Incluso los jefes que piden a sus empleados mayores niveles de creatividad, se escandalizan cuando las ideas propuestas no corresponden con su forma de pensar, cuando retan el orden establecido, el status quo, las tradiciones. Una vez nos metemos en la fila, nos peinamos correctamente y nos convertimos en personas maduras y confiables, nos llenamos de miedo de perder lo que hemos ganado hasta ahora y nos convertimos en apóstoles de la tradición. Nada nos produce más tranquilidad que saber que nos levantamos y no hay sorpresas. Que todo es previsible. Que salimos a la calle y podemos hacer nuestra rutina diaria sin problemas, sin tropiezos, sin molestos cambios de planes. ¿Es claro ahora por qué dejamos de ser creativos? Por puro miedo.

1 comentario:

kalamityjane dijo...

Tremendamente cierto. El efecto es causado por un fenomeno de la sociedad, por una imagen que nos venden y que la mayoria acepta como verdadera. En Colombia, sobre todo se juzga demasiado cuando se sale de lo comùn. Nosotros debemos conseguir que nuestros hijos sean libres de crear.
Buena reflexion!