Tal vez lo que más me impactó es que el trabajo de improvisación colectiva, donde no hay tiempo para planear con el otro lo que se va a hacer, se basa en la aceptación, en el SI. Yo estaba preparado para una especie de competencia de capacidades creativas, de recursividad. Fué algo distinto...
Una vez se inicia una improvisación donde participan varias personas, es evidente que cada quien tiene una historia diferente para proponer. La clave está en mirar lo que el otro está haciendo y unirse, aportar algo a SU historia.
Esto suena fácil pero no lo es. En el taller experimenté la dificultad de hacerlo. Descubrí que generalmente:
- Yo no "escucho". En este caso se requiere de una escucha total. En otras palabras, se trata de observar. No lo pude hacer. Después de cada ejercicio descubrí que había pasado por alto propuestas interesantísimas de mis compañeros.
- Suelo creer que mi historia es mejor que la que está proponiendo el otro. Entonces trato de convencerlo de que se una a mi propuesta. Incluso cuando acepto participar en su cuento, no lo hago sinceramente. No sigo realmente el espíritu de su propuesta sino que trato de transformarla en aquello que a mi me suele gustar.
- Me parece que lo interesante está en la confrontación, no en la adición. En cada ejercicio me descubrí diciendo de alguna manera NO. Incluso en algunos que se hacían en silencio.
Cuando veía a los facilitadores ejercer su capacidad para aceptar de corazón la propuesta del otro, unirse a ella y proponer algo extraordinario que la complementaba, entendí que en esa actitud está gran parte de las posibilidades de mejorar la creatividad personal.
Ayer hicimos la sesión de cierre. En la calle. Muchos espontáneos se unieron a los ejercicios. Fué una improvisada sesión de la más divertida improvisación. Verdadera creatividad pública.
1 comentario:
Excelente!!
me siento identificada pues me descubr a mi misma anteponiendo el NO a casi todas mis frases y lo peor... "convencida" casi todo el tiempo de que tengo LA razón.
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