Digamos que usted tiene un negocio de churros en el centro. Le va bien. Tiene una buena clientela y sus ingresos le permiten pagar el estudio de sus hijos y demás gastos familiares. Sin embargo, usted es una persona ambiciosa y desea hacer crecer su negocio. En un dia cualquiera, realiza una lluvia de ideas con un amigo que viene todos los dias a comprar churros a su sitio. Gracias en parte al suministro adecuado de carbohidratos al cerebro, la lluvia de ideas es todo un éxito y al finalizar usted cuenta con 5 buenas ideas que pueden incrementar las utilidades de su negocio. Esto es muy bueno, ya que usted cree que estas ideas son muy novedosas y que difícilmente se le han ocurrido a su competencia directa: un puesto de empanadas y uno de arepas que están ubicados en su misma cuadra.
Sin embargo usted es consciente de que ninguna idea tiene garantizado su éxito. Por muy prometedora que una idea parezca, existe cierta probabilidad de que finalmente sea un fracaso. Esto es lo que se llama el riesgo de la innovación. Usted piensa que lo mejor sería que aquellas ideas que decida desarrollar, impliquen un riesgo moderado. En otras palabras, que no comprometan el futuro de su negocio en caso de que no se consigan los objetivos. Otra cosa de la que usted es consciente una vez analiza sus finanzas, es que no podrá ejecutar las 5 ideas simultáneamente, deberá escoger una sola y confiar en que los beneficios que produzca le permita ejecutar posteriormente una o más de las 4 restantes. Se enfrenta entonces a lo que se conoce como proceso de selección de ideas, que significa que usted desea encontrar cuál de las 5 ideas podría darle mayores beneficios con un riesgo moderado.
Existen tres métodos que usted podría utilizar para escoger cuál idea desarrollar y cuáles ideas guardar para un futuro. La primera forma es confiar en su instinto de negocio, es decir, analizar, a la luz de su propia experiencia, cuál de las ideas puede tener el mayor potencial. Aunque este procedimiento es el menos estructurado, es el que suelen seguir en su mayoría las grandes empresas al tomar decisiones estratégicas. El dueño o CEO escucha a sus ejecutivos presentar las ideas que cada uno tiene para hacer crecer el negocio y decide apoyar aquellas que, a su criterio, son las mejores. Podríamos decir que este es un método basado en el "olfato". La desventaja de esta forma de selección de ideas es que puede estar sesgado por el estilo personal del director, lo que puede implicar que aquellas ideas muy diferentes a la forma tradicional de actuar de la empresa, sean desestimadas a pesar de tener alto potencial.
La segunda forma en que usted puede escoger las ideas más adecuadas es pedirle a un compañero suyo de colegio que ahora trabaja como consultor de empresas que analice las cinco ideas y le recomiende cuál de ellas ejecutar. Esto es lo que se conoce como consulta a expertos externos. Su ex-compañero, quien le estima mucho por la forma como usted le ayudó en un par de exámenes finales en el grado 11, se pone en la tarea de analizar el potencial de cada idea, así como los riesgos que implica. La principal ventaja de esta forma de seleccionar ideas es que, estando libre de los prejuicios relacionados con experiencias anteriores, el experto externo puede hacer un análisis más objetivo y descubrir oportunidades que usted, habituado como está a la rutina diaria de la fabricación de churros que le impide el contacto con otras formas de pensar, normalmente no verá.
Existe una tercera forma de selección de ideas, hacer una votación interna. En su caso, teniendo en cuenta que su negocio solo cuenta con usted mismo y con su ayudante, este método consistirá en que cada quien asigne un puntaje a cada idea según ciertos criterios acordados (Por ejemplo: dificultad de ejecución, impacto en las ventas a corto plazo, inversión requerida, investigación requerida, etc) y luego se totalicen estos puntajes para encontrar cual idea tiene el mayor potencial. En las empresas, se suele escoger un comité para esta labor y normalmente se utiliza un sistema de gestión de ideas que gestiona en linea los puntajes asignados a cada idea, mostrando al final un reporte sobre las ideas ganadoras. En su caso, bastará con usar la última hoja de su cuaderno de pedidos para encontrar los totales.
viernes, enero 22, 2010
Selección de ideas
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lunes, enero 18, 2010
La comida y la creatividad
Dice Theodore Zeldin en su libro "Una historia íntima de la humanidad" que hoy en dia comemos unas 600 de las cientos de miles de plantas que son comestibles. Si descartamos todas las plantas que muy probablemente son comestibles pero que probablemente saben muy mal, o aquellas que solo se consiguen en una cueva himalaya cuyo suelo ha sido abonado por excreciones de Yak, aun nos quedan miles de plantas que son asequibles y que probablemente saben bien. Supongo yo que ahi hay un potencial inmenso para la experimentación.
Un interesante reto podría ser destituir a Ferrán Adriá y sus pupilos como los únicos cocineros autorizados para incluir plantas improbables en combinaciones inesperadas en la culinaria.
En alguna parte de un test de creatividad que a veces entrego a mis estudiantes se pregunta si se está dispuesto a experimentar con nuevas recetas o si se prefiere preparar aquellas que ya se dominan bien para evitar intoxicar a los invitados de una supuesta reunión de amigos. El test pretende medir la predominancia del lado cerebral y asigna puntajes correspondientes al cerebro derecho a quienes optan por la respuesta que favorece el riesgo.
La verdad es que me parece que la cocina y la mesa son lugares ideales para ejercitar actitudes creativas. Sugiero una nueva actitud al ejercitar estas dos actividades:
- Dar oportunidad a otros sentidos. ¿Puedes reconocer ingredientes solo usando el olfato? ¿Los puedes reconocer por su sabor?
- Probar nuevos ingredientes. No es necesario salir a la selva tropical para encontrar una raiz utilizable. Basta con dar oportunidad a los vegetales, carnes, salsas, o cualquier otro tipo de alimento disponible en el supermercado y que no hemos puesto nunca en nuestro carrito de compras. Enfóquese esa semana en sacar el máximo provecho de ese nuevo ingrediente. Aproveche el internet. Arriésquese (Aunque le entenderé perfectamente si se niega a llevar el Coliflor)
- Probar nuevas combinaciones. Cuando esté preparando un plato, abra la alacena o la nevera, mire algún frasco de algo, y si no está excesivamente vencido pregúntese ¿Por qué no?. Cambie el orden en que come. Cambie el sitio en el que come. Cambie...
- Comparta las experiencias. Aprenda a observarse y observar al otro. Mire reacciones y coméntelas.
PD: Sigo pensando... ¿Será que el restaurante de Leonardo tendría reservas por un año adelantado si hubiera sido abierto en estos tiempos?
Un interesante reto podría ser destituir a Ferrán Adriá y sus pupilos como los únicos cocineros autorizados para incluir plantas improbables en combinaciones inesperadas en la culinaria.
En alguna parte de un test de creatividad que a veces entrego a mis estudiantes se pregunta si se está dispuesto a experimentar con nuevas recetas o si se prefiere preparar aquellas que ya se dominan bien para evitar intoxicar a los invitados de una supuesta reunión de amigos. El test pretende medir la predominancia del lado cerebral y asigna puntajes correspondientes al cerebro derecho a quienes optan por la respuesta que favorece el riesgo.
La verdad es que me parece que la cocina y la mesa son lugares ideales para ejercitar actitudes creativas. Sugiero una nueva actitud al ejercitar estas dos actividades:
- Dar oportunidad a otros sentidos. ¿Puedes reconocer ingredientes solo usando el olfato? ¿Los puedes reconocer por su sabor?
- Probar nuevos ingredientes. No es necesario salir a la selva tropical para encontrar una raiz utilizable. Basta con dar oportunidad a los vegetales, carnes, salsas, o cualquier otro tipo de alimento disponible en el supermercado y que no hemos puesto nunca en nuestro carrito de compras. Enfóquese esa semana en sacar el máximo provecho de ese nuevo ingrediente. Aproveche el internet. Arriésquese (Aunque le entenderé perfectamente si se niega a llevar el Coliflor)
- Probar nuevas combinaciones. Cuando esté preparando un plato, abra la alacena o la nevera, mire algún frasco de algo, y si no está excesivamente vencido pregúntese ¿Por qué no?. Cambie el orden en que come. Cambie el sitio en el que come. Cambie...
- Comparta las experiencias. Aprenda a observarse y observar al otro. Mire reacciones y coméntelas.
PD: Sigo pensando... ¿Será que el restaurante de Leonardo tendría reservas por un año adelantado si hubiera sido abierto en estos tiempos?
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domingo, enero 10, 2010
Leonardo Da Vinci quebrado
Leonardo Da Vinci puso un restaurante que fue un fracaso. Yo no me acordaba. Lo había leído en alguna biografía de Leonardo hace un tiempo. En estos dias, leyendo un librito de textos escogidos de Leonardo que me compré en la exposición "Davinci el genio", para la cual hice la fila dos veces (una en Medellín y otra en Bogotá)me topé otra vez con el dato.
No hay mayor información sobre el hecho, sin embargo, como mero ejercicio me puse a pensar en las razones por las que pudo haber fracasado un negocio con tantas probabilidades de éxito.
Primero es importante imaginar cómo se inició: muy probablemente estaba Leonardo en Florencia hablando con Botticelli (Si, el famosísimo artista, que pintó entre otras obras la venus que nosotros desteñimos, con atrevimiento infinito, para la página de internet de Centro de innovación) y le dijo: oiga viejo, pongamos algo. ¿Pero qué? - Le respondió el otro. - No se, es que todo está jodido por estos dias... - ¿Y si ponemos un restaurante? Usted sabe cocinar ¿Cierto? - Pues tengo en mente unas recetas que me he estado imaginando...
Al parecer el restaurante se llamó “La Enseña de las Tres Ranas de Sandro y Leonardo”
Pasemos ahora a imaginar las razones por las cuales tuvieron que cerrar. Se me ocurren cuatro, de todas las posibles:
1. Dos genios del mismo nivel siempre chocan
2. Leonardo tenía talento para venderle a clientes importantes (Corporativos, llamaríamos hoy en dia). No tenía talento para el mercado de consumo
3. Leonardo convenció a Botticelli para que le dejara decorar el restaurante antes de la inauguración y ahi se quedaron esperando que terminara.
4. Para las recetas de Leonardo se requería el laboratorio de El Buli.
Sobre la primera se ha discutido bastante: ¿Cómo debe ser una dupla para que pueda impulsar un negocio? Algunos autores proponen que la clave es la complementariedad. Parejas como la del creativo Bill Hewlett y el astuto Packard son un ejemplo. Tal vez Leonardo o Botticelli habrían triunfado con otro socio. (Que bueno que no fue asi)
La segunda es una razón un poco más rebuscada, sin embargo es cierto que Leonardo vendió principalmente sus proyectos a papas, príncipes y demás personajes importantes. Quienes hemos tenido experiencia vendiendo al mercado de consumo sabemos que cambian radicalmente las estrategias.
La tercera tiene que ver con la costumbre de Leonardo de dejar proyectos sin terminar. Sin embargo esto puede ser solamente una muestra de una mente genial, con demasiados proyectos por emprender, poco tiempo para realizarlos y una gran dificultad para delegar.
La cuarta razón tiene que ver con la tendencia de Leonardo por proponer platos experimentales y su gusto por diseñar máquinas que ayudaran en las labores culinarias. Sin embargo, sus platos eran técnicamente realizables.
Al final parece que la razón de la falta de clientes era que muy pocos valoraban la belleza de una zanahora bellamente esculpida y preferían un buen y gigante pernil de cerdo guisado.
En la culinaria fue el aspecto en el que Leonardo estuvo más adelantado a su tiempo. Hoy en día tendría tres estrellas Michelín, sin duda.
No hay mayor información sobre el hecho, sin embargo, como mero ejercicio me puse a pensar en las razones por las que pudo haber fracasado un negocio con tantas probabilidades de éxito.
Primero es importante imaginar cómo se inició: muy probablemente estaba Leonardo en Florencia hablando con Botticelli (Si, el famosísimo artista, que pintó entre otras obras la venus que nosotros desteñimos, con atrevimiento infinito, para la página de internet de Centro de innovación) y le dijo: oiga viejo, pongamos algo. ¿Pero qué? - Le respondió el otro. - No se, es que todo está jodido por estos dias... - ¿Y si ponemos un restaurante? Usted sabe cocinar ¿Cierto? - Pues tengo en mente unas recetas que me he estado imaginando...
Al parecer el restaurante se llamó “La Enseña de las Tres Ranas de Sandro y Leonardo”
Pasemos ahora a imaginar las razones por las cuales tuvieron que cerrar. Se me ocurren cuatro, de todas las posibles:
1. Dos genios del mismo nivel siempre chocan
2. Leonardo tenía talento para venderle a clientes importantes (Corporativos, llamaríamos hoy en dia). No tenía talento para el mercado de consumo
3. Leonardo convenció a Botticelli para que le dejara decorar el restaurante antes de la inauguración y ahi se quedaron esperando que terminara.
4. Para las recetas de Leonardo se requería el laboratorio de El Buli.
Sobre la primera se ha discutido bastante: ¿Cómo debe ser una dupla para que pueda impulsar un negocio? Algunos autores proponen que la clave es la complementariedad. Parejas como la del creativo Bill Hewlett y el astuto Packard son un ejemplo. Tal vez Leonardo o Botticelli habrían triunfado con otro socio. (Que bueno que no fue asi)
La segunda es una razón un poco más rebuscada, sin embargo es cierto que Leonardo vendió principalmente sus proyectos a papas, príncipes y demás personajes importantes. Quienes hemos tenido experiencia vendiendo al mercado de consumo sabemos que cambian radicalmente las estrategias.
La tercera tiene que ver con la costumbre de Leonardo de dejar proyectos sin terminar. Sin embargo esto puede ser solamente una muestra de una mente genial, con demasiados proyectos por emprender, poco tiempo para realizarlos y una gran dificultad para delegar.
La cuarta razón tiene que ver con la tendencia de Leonardo por proponer platos experimentales y su gusto por diseñar máquinas que ayudaran en las labores culinarias. Sin embargo, sus platos eran técnicamente realizables.
Al final parece que la razón de la falta de clientes era que muy pocos valoraban la belleza de una zanahora bellamente esculpida y preferían un buen y gigante pernil de cerdo guisado.
En la culinaria fue el aspecto en el que Leonardo estuvo más adelantado a su tiempo. Hoy en día tendría tres estrellas Michelín, sin duda.
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