miércoles, agosto 15, 2007

¿Y por qué no?

Los Horrorizados Tugs (Orrorin tugenensis)

Esta es una historia que pudo o no suceder…

Esta era una familia bastante especial. Además de Uggg, el padre, Uggh, la madre y Ug, la abuela, estaban los pequeños Hug y Gug. Esta familia, al igual que las demás familias que se apiñaban en lo que quedaba de los antiguos frondosos bosques africanos, sentían horror por la llanura abierta. En el bosque tenían todo lo que necesitaban: frutas, hojas frescas e insectos. A lo lejos, la llanura se extendía hasta el infinito. Quienes se acercaban a los linderos del bosque sentían un terror instintivo que les apabullaba. Era como si afuera, en la gigantesca planicie, el cielo estuviera pronto a caer sobre las cabezas de quienes no tenían el protector cobijo de los árboles. Terribles fieras, rápidas y mortales, con caninos gigantescos diseñados para desgarrar la carne, contra los cuales la inteligencia no servía de nada, emitían escalofriantes aullidos. El sol era abrasador. Las frutas eran escasas.

En la mañana del 2 de Junio del 5´788.622 antes de Cristo, Gug se acercó al límite del bosque. Caminando. En sus dos patas. Como lo sabían hacer todos en su familia. Y se preguntó ¿Y si nos vamos a vivir a la llanura? Un sentimiento aterrador le erizó los pelos de su espalda. Uggh, su madre, que le conocía muy bien y casi podía leer sus pensamientos, le dijo con severidad: Uggh, es decir, ni se te ocurra.

Gug no volvió a pensar en el asunto durante un par de meses. Sin embargo, un día de mucho viento, logró distinguir entre el polvo levantado, la silueta de alguien caminando por la llanura. Su curiosidad pudo más que su temor y se dirigió corriendo hacia el caminante. A pocos metros la pudo reconocer. Era Uga, una jovencita de las que a veces, Gug veía, desde su árbol, jugar con Ugo, el más viejo de los ancianos.

Gug le dio alcance y le preguntó ansioso:

- ¿Qué haces por acá? ¿Hacia dónde vas?

- Ya no hay comida para todos en el bosque, quiero ir a ver lo que hay más allá.

La joven siguió caminando. Gug, se quedó inmóvil, asombrado de ver a alguien con tal valentía. Sentía que ya debía volver al bosque, al sitio seguro, al entorno conocido.

Unos metros más adelante Uga se volvió, miró a Gug y le dijo:

- ¿Vienes?

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